jueves, 12 de mayo de 2011

José Saramago

Mañana es la única utopía

Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo...
¡Qué importa eso!.
Tengo la edad que quiero y siento.
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o a lo desconocido.
Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la
convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!.
No quiero pensar en ello.
Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicta.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven, no lo lograrás.
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
Y otras en un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas... valen mucho más que eso.
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!.
Lo que importa es la edad que siento.
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuántos años tengo? ¡Eso a quién le importa!.
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.

José Saramago
Premio Nobel Literatura 1998.

lunes, 2 de mayo de 2011

Día de los trabajadores



Todo lo que somos, lo que tenemos, lo que soñamos pasa por nuestras manos...
Nace de nuestra vocación, de nuestro esfuerzo y voluntad.
Se modela en la lucha diaria y se hace posible por la unión de nuestras vidas,
ningún trabajador está solo si lo hace con la mirada puesta en los que reciben el fruto de su trabajo
Saludo a las y los compañeros trabajadores del mundo!!!

jueves, 31 de marzo de 2011

Vivir sabiamente es no dejar de aprender

La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.

En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: "....haga el bachillerato en 6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos....."
Quizá se supriman algunos... detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas.
Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.

¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.
A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las "señoritas livianas", los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que nos ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.
Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.

Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando "Desde el Alma" sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.
Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.
Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.
Gane mucho "vento" sin esfuerzo ninguno.
No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.
¡No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!

El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. "Nunca termina uno de aprender" reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.

Los cursos que no se dictan: Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta. Como también he conocido mujeres maravillosas, sufrir años por hombres que no valen ni la tierra que pisan sus zapatos. Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. "Olvide hoy, pague mañana". Así terminaríamos con tanta canallada inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.
Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los "sistemas para enseñar lo que es bueno", "a respetar, quién es uno", etc.
Todos estos cursos comienzan con la frase "Yo te voy a enseñar" y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.

Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.
Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.

Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.
"Aprenda a tocar la flauta en 100 años".
"Aprenda a vivir durante toda la vida".
"Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje".
ALEJANDRO DOLINA

martes, 29 de marzo de 2011

La calle Llupes raya al medio...

La calle Llupes raya al medio,
encuentra a Belvedere
el tren saluda desde abajo ..

con silbos de tristeza..
La conocí, -a usted chiquita digo- un sábado de primavera cuando despertando me andaba el recuerdo de estas lineas sobre una canción y una calle..
Fui teclado mediante buscando la voz frágil y casi temblorosa de Fernando Cabrera y ese timbre de equilibrista de pentágrama que lo ilumina, deseando casi esa ultima pausa minúscula en la que el cantautor nos prepara para decirnos...el tiempo esta después...
Y no fue Cabrera ni Fernando ni había...
..y la escuche después de verla...
Micrófono en mano y cachetes ansiosos de música, dientes mas tímidos que de leche y su mirada (.a quien miras chiquita..?) llena de horizonte..
(..ahora se que también llena de lunas que giran...)
Y me llore un rato..
Cualquier día vuelvo y la abrazo para después decirle que la Calle Llupes raya al medio fue tal vez mi primera temeridad cuando con una bicicleta escuálida y su misma mirada había decidido que el horizonte puede que estuviera lejos...pero era mio...
Asi que ya ve ...
..y le advierto que he aprendido y no hay,no habrá ningún rincón ni atracadero que pueda impedirme su abrazo, sabiendo quien he sido desde aquella calle en mi Montevideo a este altillo en algún lugar de Europa..
Y se sabe...
..el tiempo esta después.

Gracias...Cuellito.

sábado, 12 de marzo de 2011

Arriba la Catalina!!

y con ella la sensibilidad, inteligencia y creatividad...
así somos los uruguayos cuando ponemos lo mejor de cada uno en lo que hacemos

martes, 8 de marzo de 2011

Día Internacional de la Mujer



A mis compañeras de género que dignifican el ser mujer
y a aquellos hombres que hacen mi vida mejor

domingo, 20 de febrero de 2011

Un amigo...

LA AMISTAD

Y un joven dijo: Háblanos de la Amistad
Y él contestó:
Vuestro amigo es la respuesta de vuestras necesidades

Él es el campo que sembráis con amor y cosecháis
con agradecimiento.
Él es vuestra mesa y vuestro hogar.
Porque acudís a él con hambre y sed de paz.

Cuando vuestro amigo hable, no temáis el “no”
en vuestra propia mente, ni retengáis el “si”,
y cuando el enmudece, vuestro corazón no cese
de escuchar el suyo.

Porque en la amistad, todos los pensamientos,
todos los deseos, nacen y se esparcen con regocijo
inesperado y sin palabras.

Cuando os alejéis de vuestro amigo, no sufráis.
porque aquello que en él más amáis.
Será más claro en su ausencia, como la montaña
es más clara desde el llano para el montañés.

Y no permitáis más propósito en la amistad,
que el ahondamiento del espíritu.
Y haced que lo mejor de vosotros sea para vuestro amigo.

¿Por qué, qué amigo es el que buscáis para matar las horas?
Buscadlo siempre para vivir las horas
Porque él está para llenar vuestra necesidad
Y no vuestro vacío.

Y en la dulzura de la Amistad,
Dejad que hayan sonrisas y placeres compartidos.
Porque en el rocío de las cosas pequeñas
El corazón encuentra su mañana y se refresca.

Khalil Gibrán


miércoles, 16 de febrero de 2011

ICARO



de eso se trata...volar, tejer sueños, escapar...
pero con alguien
con el otro
junto a él

lunes, 7 de febrero de 2011

Lo que nos hace únicos

es la mirada de los otros...el lugar que nos dan, el espacio que ganamos...
Parece obvio...
Nos necesitamos..cada uno con su ser, cada uno con su diferencia...

sábado, 29 de enero de 2011

Palabras para no despertar de un sueño

Encuentro


Alguien lo dijo

Yo te buscaba

Maderos gastados, la cruz del olvido
El caracol de mar dio su última nota

Silencio

Pero en la mañana
Y en la noche te buscaba

Las manos encuentran piel
Y los ojos las miradas

Los abrazos que no eran
El sonido en la campana

Un pájaro lleva dos lágrimas
Una almohada las desata

Si mis manos te descubren
Si las tuyas me reclaman

La montaña
La pradera, el mar, el cielo
La luz

El todo o nada

....Sepan disculpar...
Estuve revisando viejos poemas
y allí estaba
yo sabía
lo encontraba
algún día lo encontraba