Enero , otra vez hoy!!!
algo que dice mucho sobre él ...
pero también dice mucho de nuestros andamios...
entonces...pido permiso señores...
“Mis diversiones y sus frutos”
Muchas veces me he preguntado por qué no hacer una cronología de las diversiones que disfruté en la vida, no por vanidad personal, sino para aportar datos de cómo las mismas pueden influir en nuestra manera de conducirnos en el plano espiritual, si logramos hacerlo con sencillez y buen sentido del olfato, dejando de lado, los “estímulos perniciosos” que abundan en estos tiempos.
Así, por ejemplo, comienzo por recordar que a los 8 o 9 años, allá por 1925, comencé a disfrutar del fútbol, en la vieja cancha de Colón, de Propios y Gral. Flores, en la cual elegí como ídolo al arquero Soto, que se distinguía por su buzo, tipo rompeviento y gorra de visera, y para disfrutarlo mejor me paraba cerca del arco, junto a uno de los palos, pues no había tejido de alambre.
Un día pegó un pelotazo a mi lado, y el golero Soto me dijo: “¡Salí de ahí, botija”, que te van a matar!”.
Los demás días de la semana jugábamos al trompo, a la bolita, al balero, al fútbol, las cometas (en primavera), y hasta al juego de bochas (chicas), que hizo y me regaló mi tío Ricardo Vallarino.
En 1928, cuando yo tenía 11 años y medio, nos mudamos al barrio Goes, al comprar mi padre con un socio la panadería “Barcelonesa”, en Blandengues y Marcelino Sosa.
Ahí la cosa fue distinta, por la falta de campitos y por las veredas todas con baldosas.
Era otra cosa, más progreso, pero menos campo de acción para nuestros juegos, que se limitaban casi siempre a hacer partidos en la calle, con pelota de goma.
Pero eso también tenía sus riesgos, no por el tránsito, que era escaso, sino por la policía, que al que agarraba… allá se lo llevaban.
Después, un día que visité a mi tía y madrina Carmen Maceiras de Mato (la “Checha”) me preguntó si quería ir al cine, pues éste estaba a la vuelta de la casa, el “Lutecia”.
Era jueves, y allá fui, a lo que fue el comienzo de otra diversión sana, que disfruté desde entonces, pues ese día tuve la suerte de ver en la matinée una película de Tom Mix, “El rey de los cowboys”, junto con su famoso caballo “Malacara”, que hacía gala de una inteligencia que sobresalía de entre todos los demás. Le faltaba hablar nomás.
Hubo otro motivo que hizo que me entusiasmara aún más el cine, porque allí escuché por primera vez la voz incomparable del “Mago” Carlitos Gardel, en la sala silenciosa, que no se sentía ni el “vuelo de una mosca”.
Recuerdo aquellas primeras canciones: “La muchacha del circo”, “Añoranzas”, “Ramona”, “La hija de japonesita”, “En un pueblito de España”, “Nelly”, “Senda florida”, “Rosa de otoño”.
Era un lujo para mí, pues no teníamos victrola, y esa era la oportunidad que aprovechaba al máximo toda vez que pudiera ir a ese cine, que pasó a ser mi favorito de ahí en adelante.
El entusiasmo por el cine (que aún era mudo), unido a las canciones de Gardel, hizo despertar en mí el deseo de cantar, y así fui asimilando su estilo, al hacerlo a dúo, cuando tuvimos la primera radio, en 1932.
No poseía una buena voz, pero tuve la suerte de tener buen oído, lo que me permitió, en adelante, cantar todos los estilos de los más diversos intérpretes rioplatenses, así como de muchos de la lengua castellana.
En esa época abundaban las revistas que tenían las letras de las canciones, que iban surgiendo y era fácil estar al día, incluyendo las del carnaval, que aprendíamos enseguida y cantábamos en la esquina de mi casa con un grupo de muchachos que no desafinaran.
Recuerdo la letra de una canción de tantas que se hicieron en homenaje a Uruguay Campeón del Mundo en 1930, y fue con la letra del fado “Fadiño” de la Troupe Oxford, de 1931, y decía así:
“Uruguay sos campeón de los campeones,
Lará, lará, lará, lará,
Tus hijos lucharon como leones,
Lará, lará, lará, lará,
Nuestra bandera azul y blanca
Se eleva gallarda hasta el cielo,
Logrando con honor y lucha franca
El más gallardo de los trofeos”.
Y sigue:
“Castro, Iriarte, Cea, Scarone,
Dorado, Andrade y Mascheroni,
Ballesteros y el ‘Mariscal’,
Con Fernández y con Gestido
Forman el once nacional,
Lará, lará, lará, lará,
Uruguay Campeón Mundial”.
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En 1932 me hice socio de Peñarol, el club que me “tiraba” desde chico, desde el gol de Piendibene a Zamora.
Ingresé como socio en la categoría de “Cadete”.
Me gustó siempre retirarme a descansar antes de la medianoche, salvo excepciones, y estar así a plenitud para ver a Peñarol por la tarde, en el preliminar y 1ª división.
Esto que para alguien sería un sacrificio, para mí era lo más natural, y hoy, a mis 93 años, estoy recogiendo el fruto de todo eso.
Agosto
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Se fue el número 8 del año. Tiene mucho que ver con parte de mi vida ese
mes. ¿Por qué?
Pues porque nació mi madre, se casaron mis padres, mis hermanos, na...
1 comentario:
Conocí a Enero Maceiras, hace como 46 años, más o menos. Pasó por todas las etapas mi vínculo con él, claro está, como amiga de Ana. Sin embargo en todas ellas hubieron saludos, abrazos, colores, que nos comunicaron e hicieron que lo sintiera un "Padre". ¿Qué guardaré de él para seguir encontrando fuerzas para vivir? Su TERNURA, su ALEGRÍA, sus PASCUALINAS, sus ÑOQUIS, su MANO siempre extendida para abrirnos su corazón, o simplemente su VOLUNTAD. Gracias Ana por compartirlo!!!!!!!!!!!!!!
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