Parte de lo que soy lo debo a haberlo conocido.
Gracias Bolívar...
Donde estés seguramente habrá un mate pronto, como aquel con que nos esperabas un rato antes de empezar a trabajar.
A tu alrededor se sentarán los poetas para que les prestes tu voz
Los niños para que los ayudes a encontrar las respuestas
Los padres para empezar a hacerse preguntas
y maestros como yo, que mantenemos unido ese grupo de compañeros del Benito Lamas.
Que es la mejor forma de homenajearte.
Ana
Y ahora...con palabras prestadas de tu alumno y compañero, Gerardo
El inolvidable Maestro Bolivar
Dada mi altura de niño de siete años contemplaba, con cierto temor, a nuestro maestro de segundo grado. Se me hacía una gigantesca estatua, que solamente giraba su cabeza de un lado a otro. De brazos cruzados y mirada profundamente enigmática vigilaba el recreo. Si su potente voz emitía alguna observación, hasta el alumno que jugaba más alejado oía. Y el error, o el "haberse portado mal" eran corregidos inmediatamente.En el aula ninguno de nosotros nos atrevíamos a estar fuera de lugar ni charlar y mucho menos pedir para salir al baño luego del recreo, a no ser que agregáramos a la petición un "estoy apurado". Al oirlo, el maestro simplemente asentía con su cabeza y nos permitía salir.
Mi número de lista: cuarenta y dos y en clase éramos sesenta. Hoy, por hoy, a raíz de los cambios sociales, un maestro no podría manejar una clase con ese número.En aquellos tiempos, y siendo todos varones, que aún no conocíamos la televisión, ni la XO, ni un Play Station y solamente jugábamos fútbol, trompos, bolitas, figuritas, un maestro, y más “este maestro¨ dominaba la clase perfectamente.
Volvimos a ser sus alumnos en cuarto año, y a pesar del tiempo transcurrido, todo el grupo profesábamos por él, el mismo respeto. Era severo, justo, de pocos halagos, y con un timbre de voz tan especial, que hasta el día de hoy, “resuena en mis oídos” como resonará en los oídos de los miles de alumnos que lo recuerden como yo lo hago.
Pasaron los años. Perdimos contacto a pesar de contemplarlo en el patio de primaria, siempre en el mismo sitio y en su posición de estatua. También lo íbamos descubriendo como actor en obras de teatro que ponían en escena los ex-alumnos del Colegio Pío, o los pupilos del mismo bajo su Dirección. Porque con el tiempo supimos que era actor. Teatro, radioteatros, locuciones, doblajes. Un actor con mayúscula y con un timbre de voz, que a mi se me ocurría escuchar la voz de Dios.
Llevaba un anillo que tenía dos letras: MB. Cuando le preguntábamos que querían decir esas dos iniciales. Él contestaba teatralmente: “maestro bueno” o “maestro Bolivar”. En realidad pasaron muchos años para que, por lo menos para mí, se descubriera que aquellas dos letras en el anillo significaban Mario Branda, su nombre artístico. Pero nunca nos lo dijo ni entremezcló sus actividades en el Colegio con el ambiente teatral. Para él eran dos mundos totalmente distintos y jamás se habló de ese tema en mis años de primaria. Alumno de Margarita Xirgú, contemporáneo de China Zorrilla, Estela Medina y tantos otros que en épocas de dictadura debieron huir de país; fue un afamado actor de la cultura teatral montevideana uno de los fundadores del querido Teatro El Galpón. Cuando fui mayor, me relató, que en tiempos de dictadura el poseía un apiario. Se llamaba 'El Oriental”. Estaba situado en Solymar y contaba con varias colmenas. Durante años las abejas construyeron celdas y colmaron de miel la bibliografia y discografia comprometedora, oculta dentro de los cajones de los colmenares. Sonriendo contaba que en los allanamientos militares, él ofrecía destapar las colmenas para que indagasen en su interior, pero nunca un integrante de Fuerzas Conjuntas osó acercarse a las cómplices abejas. Así salvó el pellejo, evitó ser detenido y esquivó el exilio.
En el año 1965 egresé de secundaria y ya no volvi a ver al Maestro Bolívar...Nuestros caminos fueron distintos y no volvieron a cruzarse hasta 1973. En ese año, fui recomendado por el Padre Aníbal Rivero para asumir la dirección de un coro de niños en el Colegio Pío. Fue en ese momento en que conocí al Padre José Sovinski, el cual era interesado en que yo manejara los destinos de lo que luego pasó a llamarse coro "Ecos del Pío".Al regresar al Colegio, esta vez como dependiente, reencontré a mi Maestro Bolivar. Inmediatamente apoyó mi gestión, y al año siguiente asumí las Clases de Canto de Primaria y Nivel Inicial. Por supuesto que continué con el Coro "Ecos del Pío", éste en forma honoraria.Entonces, de la mano de Bolivar y también del Profesor Schmidt, entré al mundo del arte, del poema, de las inolvidables canciones, de las obras de teatro. Profundicé aún más mis conocimientos musicales, me cultivé junto a él madurando día a día. Fueron épocas interminables de Festivales Artísticos, movilizando casi 1000 alumnos a lo largo de cuatro horas inundando los viejos patios del Pío de danzas, poemas, luz, color, mímica...de arte infantil, de tiempo compartido, de escenarios y de obras que aún recuerdo con nostalgia...habían precedido eso semanas, días de ensayos; a conciencia , horas enteras dilucidando bandas sonoras, seleccionando diapositivas, días completos montando escenarios. Y yo, ávido de conocimientos, mamaba cada palabra, cada gesto del Maestro, cada observación, cada sugerencia. Y crecí en dimensión artística, él confiaba en mi, yo daba todo lo que mi intelecto permitía y asi también bajo su auspicio el coro "Ecos del Pio” aumentaba su prestigio...
Pero en 1980 cambiaron los vientos. Cuando en Febrero de ese año comenzamos a reintegrarnos, poco a poco, nos fuimos poniendo al tanto de que "después de tanto tiempo en el Colegio” el Maestro Bolívar Rodriguez había renunciado.
Pero para mi regocijo no pasó mucho tiempo sin comunicarse conmigo con el ofregimiento de un cargo de Profesor de Educación Musical y director del Coro del Colegio Monseñor José Benito Lamas. Mi maestro Bolívar había dejado de ser sólo Maestro; ahora era Maestro Director de ese “recordado” Colegio situado en la barriada de Aires Puros.
Y no lo pensé dos veces, mudé mi equipaje artistico a otra Institución Educativa y por sobre todas las cosas junto a la persona de la cual no dejaría de aprender y nunca dejaria de sorprenderme.
Cuando me envuelven los recuerdos de todo el trabajo que compartimos, pienso que los genios se van siempre antes, para prepararles el camino a otros.
Fueron tiempos imborrables. Contaba con el apoyo incondicional del Director y a mi manera manejaba las clases y el Coro. Juntos, realizamos obras de teatro, festivales artísticos, corales, actuaciones del Coro en muchos ámbitos, y aquel sentimiento de libertad en los programas tanto de Educación Musical como Coral que él apoyaba, me daban satisfacción. Y yo crecía como persona y profesionalmente a la sombra del siempre recordado Maestro. A ese Colegio asistieron mis tres hijos hasta 6° de Primaria. Era un Colegio pequeño, pero en todo su personal estaba estampada la marca de su Director y del Cura Párroco Rodolfo Win, hoy Obispo de Maldonado y Rocha. La solidaridad y el compañerismo primaban por sobre todas las cosas. Los seres humanos que en él se desempeñaban como auténticos trabajadores vocacionales, predicaban “como consigna de Bolívar” que siempre el niño estaba primero. El necesitado el carente de afectos, el indisciplinado, el buen alumno. Todos eran tratados con la debida justicia. Primaba la “democracia” a pesar de que hasta 1985 sufrimos la dictadura militar y posteriormente un gobierno gestado por la misma.En 1988 la salud del Maestro comenzó a resquebrajarse y ya en 1989 no se desempeñaba como Director y amparado en el Seguro de Enfermedad, poco a poco dejamos de verlo...Su enfermedad no le permitió regresar y así se acogió al beneficio jubilatorio.
Pero su semilla en materia escolar, había germinado abundantemente en todos aquellos "que tuvimos la suerte de compartir con él un trozo de su vida” Didáctica, disciplina, orden, compañerismo, solidaridad”, seguían primando en el Colegio del cual supo ser Director por casi una década.No volvimos a verlo hasta el dia de su muerte. Ese día se marchó “un grande”, “el maestro”, “el hombre bueno", "el compañero", "el luchador incansable".
Y aunque muchos sentimos dolor al despedirle personalmente junto a sus restos mortales, en la Parroquia Santa María Magdalena Sophía de Aires Puros, muchos otros miles cuando recuerden su infancia escolar en el Colegio Pío o en el Benito Lamas, tendrán, como lo tengo yo, el recuerdo hermoso y alentador del inolvidable y estimado "Maestro Bolivar Rodriguez"
Gerardo Maseda
28 de octubre de 2010
Agosto
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Se fue el número 8 del año. Tiene mucho que ver con parte de mi vida ese
mes. ¿Por qué?
Pues porque nació mi madre, se casaron mis padres, mis hermanos, na...
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